lunes, 21 de junio de 2010

A Zapatero ni los suyos le creen

Fuente: http://www.elplural.com/ 18-06-2010
Cuando en 1995 Larry Page y Sergey Brin se conocieron en la Universidad de Standford, poco antes de que ambos crearan Google, no creo que hablaran de su enorme preocupación por los salarios de los trabajadores que aún no tenían, sino de sus ideas innovadoras en relación a la creación de motores de búsqueda que revolucionarían internet.
Aquellos que piensan que una reforma laboral servirá de motor de crecimiento económico tienen aún una larga infancia que tarde o temprano acabará redundando en un despertar a la madurez. La ampliación de las condiciones para acceder al contrato de indemnización de 33 días o la participación del FOGASA en el pago de ocho días de esa indemnización, puede aclarar las expectativas de los que contratan, pero no les hará vender o producir más. Necesitamos a personas, hombres y mujeres, que como el ingeniero sueco Gustaf Larsson, se rompan la cabeza hasta dar con un motor que aguante las bajas temperaturas de Suecia, logrando fabricar en su pequeño taller los cilindros OC4 y PV4 y poniendo en marcha una pequeña empresa llamada Volvo. No creo que Larsson limitara su imaginación a que un gobierno amplíe las causas objetivas -económicas, técnicas u organizativas-, para acabar pagando tan sólo veinte días de indemnización a sus trabajadores.
España debe buscar entre nuestros jóvenes a los nuevos Bill Hewlett y David Packard. Es probable que su gran preocupación no fuera la situación del mercado laboral cuando comenzaron en su garaje a producir un oscilador de baja frecuencia que fue adquirido por la Disney, hasta el punto que acabaron fundando una pequeña empresa a la que bautizaron, como no podía ser de otra manera, como Hewlett-Packard. No creo que estuvieran pensando en aprovecharse de los contratos de obra y servicio que ahora el gobierno limita su duración.
Necesitamos el coraje como el que tuvo el norteamericano David H. McConnell cuando comenzó a vender libros con dieciséis años puerta a puerta hasta dar con la idea de vender perfumes, crear la compañía California Perfume Company en 1886, nombrando a la primera mujer consejera –Florence Albee-, e impulsando el desarrollo de la marca de cosméticos Avon, en vez de estar pensando en el hecho de que el Gobierno amplía o no la indemnización para los contratos temporales paulatinamente de ocho a doce días.
Es menester que abunde en nuestro país familias como la que formaron aquellos cuatro hermanos Kashio, quienes, tras fabricar boquillas para cigarrillos, se pusieron a investigar con el objeto de hacer calculadoras fundando la conocida marca Casio.
A algunos grandes empresarios se les ha acortado la mirada con la reforma laboral. Si, como me han dicho, su problema es el de costes laborales, hemos de recordar que el salario real medio de muchos países más competitivos que España es ciertamente superior : Estados Unidos tiene un salario real promedio de aproximadamente 50.000 dólares, Irlanda de 45.000, Reino Unido de 40.000, Alemania y Francia de 35.000, y, sin embargo, España de 28.000. ¿Es posible entonces que nuestro problema sea de costes laborales?, ¿o que el problema de nuestra productividad sea la escasa capacidad de difusión de los paradigmas tecnológicos?
Un economista - cuenta-ovejas, de los que tanto abundan en la doctrina, señalaría que para ser más competitivos que Zimbawe, el Congo o Liberia, por citar a los tres países con menos renta per capita del mundo, necesitaríamos moderar nuestro salario y abaratar el despido.
Una vez que muchos se han entretenido como niños con la reforma laboral, lo que hay que impulsar es nuestra imaginación, nuestra capacidad de creación, nuestro esfuerzo, nuestra inventiva. Debemos ser capaces de innovar y de exportar, y menos pensar en hacer perder derechos a los trabajadores.
Antonio Miguel Carmona es profesor de Economía y secretario de Economía del PSM-PSOE